Callinicos: La onda expansiva española
Publicado en el número de abril de 2004 de la revista Socialist Review.
Los manifestantes españoles se aseguraron de que los eventos en Madrid produjeran una derrota política para el gobierno proguerra de Aznar, dándole una advertencia a los gobiernos guerreristas de todo el mundo.
En el espacio de unos pocos días las reacciones divididas frente a una atrocidad terrorista derrumbaron el gobierno de un importante Estado europeo, uno de los principales socios de la "coalición de los dispuestos" de Donald Rumsfeld.
Los eventos españoles tienen una importancia doble. En primer lugar confirman que Irak sigue siendo el problema dominante en la política mundial. Desde hace meses Tony Blair proclama que es "tiempo de mirar para adelante", una frase que fue asumida por la masa de mediocridades que habitan en los escaños parlamentarios del laborismo, desesperados por aferrarse a sus asientos.
Incluso muchos en el ala izquierda del Nuevo Laborismo tomaron este llamado como suyo. En el ala derecha del movimiento anticapitalista, Bernard Cassen de ATTAC Francia ha desacreditado abiertamente la actividad antiguerra como una distracción. Incluso señaló el contraste entre la escala de las movilizaciones antiguerra en España de hace un año y la supervivencia electoral del gobierno del Partido Popular (PP), como evidencia de que la oposición a la guerra en Irak no produjo ninguna radicalización política. Ahora va a tener que comerse sus palabras.
Muchos activistas a la izquierda de Cassen sacaron como conclusión luego de la caída de Bagdad, de que el movimiento antiguerra llegaba al final. En buena parte de la Europa continental la actividad antiguerra decayó drásticamente. Esta conclusión fue resistida por la Stop the War Coalition en Gran Bretaña, así como por muchos activistas e intelectuales en el Tercer Mundo. En el Foro Social Mundial de Mumbai, Arundhati Roy, la coalición de origen thailandés Focus on the Global South, y la organización socialista internacional surcoreana All Thogether fueron los que más resaltaron la importancia de Irak.
Esta posición en parte refleja una comprensión teórica del imperialismo -el reconocimiento de que el capitalismo está indisolublemente entretejido con el sistema de estados y las desigualdades en el poder político y militar que constituye este sistema. En otras palabras, la resistencia a la lógica económica del capitalismo no puede separarse de la oposición a que los principales estados capitalistas intenten usar su poder militar para defender la actual distribución global de los recursos, groseramente desigual.
La conquista militar y ocupación de Irak por Estados Unidos y Gran Bretaña han hecho de ese país el banco de pruebas del neoconservador Proyecto por un Nuevo Siglo Americano. En otras palabras, es aquí donde están puestos a prueba los esfuerzos de Bush de utilizar su poder militar para apuntalar la dominación del capitalismo norteamericano y del modelo económico neoliberal promovido tan furiosamente por Washington, frente al fuego cruzado de la resistencia iraquí y el movimiento global antiguerra.
Los eventos españoles confirmaron ese naipe difícil que es Irak -cómo puede resurgir de repente como problema, dividir a las clases dominantes del mundo y movilizar la oposición popular a sus políticas. Entonces no es ninguna sorpresa lo enojados que están los gurúes con el pueblo español. El día después de la elección, los personajes centrales del programa Newsnight fueron Michael Portillo y Tim Garton Ash, quienes denunciaron al pueblo español por haber "capitulado al terrorismo" -como si los votantes españoles no hubieran demostrado comprender, como inclusive le dijo a Tony Blair el Comité Conjunto de Inteligencia en febrero año pasado, que invadir Irak aumentaría la probabilidad de ataques terroristas.
Pero España tiene una segunda lección para nosotros. No era inevitable que los ataques derrumbaran al PP. El gobierno español hizo un esfuerzo decidido para canalizar los ataques según su conveniencia electoral. No sólo insistieron con que el responsable fue ETA sino que además llenaron los canales de TV estatales con basura en lugar de las duras noticias. Evidentemente, esto causó un efecto rebote contra ellos y enfureció a muchas personas.
Pero la manipulación del PP también motivó a que muchos activistas salieran a las calles. Después de todo, España tuvo las mayores manifestaciones antiguerra de todo el mundo el 15 de febrero de 2003. Algunos de los que habían colaborado en la organización o que se habían transformado en activistas por las movilizaciones antiguerra de la primavera pasada comenzaron a manifestarse la noche anterior a la elección en Madrid, Barcelona y otras ciudades.
Estas protestas -prohibidas por la ley electoral española- atrajeron a miles. A través de su ejemplo y los mensajes que circularon por texto, por teléfono o por e-mail estas manifestaciones probablemente contribuyeron a motivar a muchos trabajadores (quienes de no haber sido así se hubieran quedado sentados en su casa el día de la elección) para ir y votar en contra del PP.
Así es como se hace la historia. Es una caricatura del marxismo atribuirle a una visión de la historia como un proceso ciego y objetivo. Por supuesto que se desarrollan profundas contradicciones estructurales en las profundidades del modo de producción. Pero estas contradicciones sólo perfilan las posibilidades -no predeterminan los resultados. Se trata de cómo los seres humanos responden colectiva e individualmente a las presiones estructurales lo que determina lo que ocurre en la realidad. Los manifestantes españoles jugaron un papel al convertir las atrocidades terroristas en una derrota política para los gobiernos guerreristas.
Todos esto, por supuesto, son noticias terribles para Tony Blair. Con toda probabilidad, nunca tendrá la capacidad de "seguir adelante" y hacernos olvidar de Irak. Habrá oportunidades -esperamos que por razones menos terribles que los ataques en España- para derrumbarlo. Estar listos para tales eventos requiere una comprensión teórica de la centralidad de la guerra y la determinación política y organización necesaria para actuar eficazmente.
Los manifestantes españoles se aseguraron de que los eventos en Madrid produjeran una derrota política para el gobierno proguerra de Aznar, dándole una advertencia a los gobiernos guerreristas de todo el mundo.
En el espacio de unos pocos días las reacciones divididas frente a una atrocidad terrorista derrumbaron el gobierno de un importante Estado europeo, uno de los principales socios de la "coalición de los dispuestos" de Donald Rumsfeld.
Los eventos españoles tienen una importancia doble. En primer lugar confirman que Irak sigue siendo el problema dominante en la política mundial. Desde hace meses Tony Blair proclama que es "tiempo de mirar para adelante", una frase que fue asumida por la masa de mediocridades que habitan en los escaños parlamentarios del laborismo, desesperados por aferrarse a sus asientos.
Incluso muchos en el ala izquierda del Nuevo Laborismo tomaron este llamado como suyo. En el ala derecha del movimiento anticapitalista, Bernard Cassen de ATTAC Francia ha desacreditado abiertamente la actividad antiguerra como una distracción. Incluso señaló el contraste entre la escala de las movilizaciones antiguerra en España de hace un año y la supervivencia electoral del gobierno del Partido Popular (PP), como evidencia de que la oposición a la guerra en Irak no produjo ninguna radicalización política. Ahora va a tener que comerse sus palabras.
Muchos activistas a la izquierda de Cassen sacaron como conclusión luego de la caída de Bagdad, de que el movimiento antiguerra llegaba al final. En buena parte de la Europa continental la actividad antiguerra decayó drásticamente. Esta conclusión fue resistida por la Stop the War Coalition en Gran Bretaña, así como por muchos activistas e intelectuales en el Tercer Mundo. En el Foro Social Mundial de Mumbai, Arundhati Roy, la coalición de origen thailandés Focus on the Global South, y la organización socialista internacional surcoreana All Thogether fueron los que más resaltaron la importancia de Irak.
Esta posición en parte refleja una comprensión teórica del imperialismo -el reconocimiento de que el capitalismo está indisolublemente entretejido con el sistema de estados y las desigualdades en el poder político y militar que constituye este sistema. En otras palabras, la resistencia a la lógica económica del capitalismo no puede separarse de la oposición a que los principales estados capitalistas intenten usar su poder militar para defender la actual distribución global de los recursos, groseramente desigual.
La conquista militar y ocupación de Irak por Estados Unidos y Gran Bretaña han hecho de ese país el banco de pruebas del neoconservador Proyecto por un Nuevo Siglo Americano. En otras palabras, es aquí donde están puestos a prueba los esfuerzos de Bush de utilizar su poder militar para apuntalar la dominación del capitalismo norteamericano y del modelo económico neoliberal promovido tan furiosamente por Washington, frente al fuego cruzado de la resistencia iraquí y el movimiento global antiguerra.
Los eventos españoles confirmaron ese naipe difícil que es Irak -cómo puede resurgir de repente como problema, dividir a las clases dominantes del mundo y movilizar la oposición popular a sus políticas. Entonces no es ninguna sorpresa lo enojados que están los gurúes con el pueblo español. El día después de la elección, los personajes centrales del programa Newsnight fueron Michael Portillo y Tim Garton Ash, quienes denunciaron al pueblo español por haber "capitulado al terrorismo" -como si los votantes españoles no hubieran demostrado comprender, como inclusive le dijo a Tony Blair el Comité Conjunto de Inteligencia en febrero año pasado, que invadir Irak aumentaría la probabilidad de ataques terroristas.
Pero España tiene una segunda lección para nosotros. No era inevitable que los ataques derrumbaran al PP. El gobierno español hizo un esfuerzo decidido para canalizar los ataques según su conveniencia electoral. No sólo insistieron con que el responsable fue ETA sino que además llenaron los canales de TV estatales con basura en lugar de las duras noticias. Evidentemente, esto causó un efecto rebote contra ellos y enfureció a muchas personas.
Pero la manipulación del PP también motivó a que muchos activistas salieran a las calles. Después de todo, España tuvo las mayores manifestaciones antiguerra de todo el mundo el 15 de febrero de 2003. Algunos de los que habían colaborado en la organización o que se habían transformado en activistas por las movilizaciones antiguerra de la primavera pasada comenzaron a manifestarse la noche anterior a la elección en Madrid, Barcelona y otras ciudades.
Estas protestas -prohibidas por la ley electoral española- atrajeron a miles. A través de su ejemplo y los mensajes que circularon por texto, por teléfono o por e-mail estas manifestaciones probablemente contribuyeron a motivar a muchos trabajadores (quienes de no haber sido así se hubieran quedado sentados en su casa el día de la elección) para ir y votar en contra del PP.
Así es como se hace la historia. Es una caricatura del marxismo atribuirle a una visión de la historia como un proceso ciego y objetivo. Por supuesto que se desarrollan profundas contradicciones estructurales en las profundidades del modo de producción. Pero estas contradicciones sólo perfilan las posibilidades -no predeterminan los resultados. Se trata de cómo los seres humanos responden colectiva e individualmente a las presiones estructurales lo que determina lo que ocurre en la realidad. Los manifestantes españoles jugaron un papel al convertir las atrocidades terroristas en una derrota política para los gobiernos guerreristas.
Todos esto, por supuesto, son noticias terribles para Tony Blair. Con toda probabilidad, nunca tendrá la capacidad de "seguir adelante" y hacernos olvidar de Irak. Habrá oportunidades -esperamos que por razones menos terribles que los ataques en España- para derrumbarlo. Estar listos para tales eventos requiere una comprensión teórica de la centralidad de la guerra y la determinación política y organización necesaria para actuar eficazmente.
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