Papeles Rojos

En el socialismo, a la izquierda

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febrero 21, 2007

John Kenneth Galbraith: castigar a los banqueros, no a los trabajadores

Publicado originalmente en el libro PREDICCIONES: 31 grandes figuras pronostican el futuro, edic. de Sian Griffiths, Madrid, Taurus, 2000.
Tomado de Renta Básica, mayo 2006.


El desarrollo económico y social que más me gustaría ver en este siglo es algo que aborde con firmeza lo que he contemplado en el siglo que ha terminado. Se refiere a la pobreza, y cuenta con dos manifestaciones claras. En las grandes ciudades de los países industriales aún existen islas de privación, y esto es especialmente cierto en Estados Unidos. La desigualdad es una característica básica.

La brecha entre niveles de rentas debe ser reducida y, en particular, mejorando las condiciones de quienes ahora son los más desfavorecidos. No hay nada que niegue tanto el disfrute de la vida y en realidad de la libertad misma como una falta total de dinero, o una situación que se le aproxime. Un país rico puede garantizar una renta a quienes no la tienen. Si algunos no trabajan, que así sea. Se sabe que también los ricos ocasionalmente prefieren el ocio.

En el mundo en su conjunto hay poblaciones extremadamente empobrecidas. Las personas son personas: sufren de hambre, falta de techo o enfermedad, estén donde estén. Como seres humanos deben ser el objeto de nuestra compasión y nuestra ayuda, de nuestra preocupación y nuestra acción. Debemos reconocer también que el fin del colonialismo dejó a algunos países sin Estado o con unos gobiernos crueles, egregios o incompetentes de los que no caber esperar bienestar alguno. En el futuro deberá existir algún procedimiento por el cual unas fortalecidas Naciones Unidas suspendan la soberanía en países cuyos gobiernos estén destruyendo a sus súbditos. No podemos en conciencia seguir aceptando unas décadas de crueldad como las experimentadas, y aún vigentes, en el Congo. Y también en otros lugares. En términos más generales, deberá haber una ayuda preparada y copiosa desde las naciones afortunadas hacia las más pobres.

Habrá que lidiar con otros problemas. El capitalismo sigue tendiendo a la inestabilidad debido a errores sistemáticos, como sucede actualmente en Asia, bajo su forma naciente en Rusia, en América Latina, y potencialmente cuando finalice la burbuja de Wall Street en Estados Unidos. Nuestros remedios presentes rescatan a los banqueros e industriales, que fueron los más propensos a la insania que causó todo, y prescriben restricciones a la ayuda de quienes más padecen el desastre. Tal la oratoria (la doctrina fundamental de Reagan era que, si se alimentaba al caballo con suficiente avena, una parte de ésta desembocaría finalmente en comida para los gorriones). Tal el Fondo Monetario Internacional, que salva a los banqueros y a los ejecutivos responsables de la crisis, y urge la restricción presupuestaria a expensas de los trabajadores y el público en general. Debemos conservar el FMI, pero bajo una forma más compasiva, más socialmente equitativa. Es innecesario aclarar que en este campo ansío ver reformas...